Tus ojos no ven lo mismo al conducir rápido
Por: RACC Blog
Según datos de la Dirección General de Tráfico (DGT), la mitad de los conductores supera los límites de velocidad en algún momento. De hecho, conducir rápido es habitual en un 15% de los conductores, tal y como recoge una encuesta llevada a cabo por el RACC.
Todos sabemos que correr mucho no ayuda, precisamente, a reducir los índices de siniestralidad al volante. La DGT lo deja claro: un aumento del 5% en la velocidad provoca aproximadamente un incremento del 20% en los accidentes con víctimas mortales.
El “efecto túnel” al conducir rápido
Un exceso de velocidad nos lo pone más difícil a la hora de controlar el vehículo en una situación límite. Por ejemplo, ante un frenazo de emergencia la distancia de detención se eleva enormemente a mayor velocidad. Tanto es así que, a 120 km/h, según datos de la DGT, se necesita una distancia superior a un campo de fútbol para detener el coche.
Si a esto sumamos las consecuencias que tiene el exceso de velocidad en nuestro campo de visión, el resultado es más que alarmante. A medida que se aumenta la velocidad se reduce el campo de visión periférico: es lo que se conoce como “efecto túnel”.
Así, cuando conduces a 35 km/h distingues con claridad a través del parabrisas la gran mayoría de objetos y detalles del entorno. En cambio, circular a 140 km/h reduce enormemente el ángulo de visión, que pasa de 105º a 45º, tal y como te mostramos en la imagen inferior. Con un ángulo de visión tan reducido las posibilidades de no reaccionar a tiempo ante una situación de riesgo se disparan.
Buena muestra de las fatales consecuencias de conducir rápido es la reciente campaña de concienciación de la Agencia de Transportes de Nueva Zelanda. Acudir a un curso de conducción segura, en el que se experimentan varias situaciones límite siempre bajo supervisión, también puede ayudarte a darte cuenta, realmente, de lo peligroso que es el exceso de velocidad. Pregunta en tu autoescuela RACC más cercana.