Balance de la accidentabilidad viaria en Europa: No bajemos la guardia
Por: RACC Blog
La buena evolución de los accidentes en los últimos años ha permitido que la tasa de riesgo en nuestro país se sitúe por debajo de la media de la UE. Pero el actual estancamiento de las cifras y la incursión de las distracciones –sobre todo, el móvil– como primera causa de accidentalidad son un toque de atención para que nadie baje la guardia en la seguridad vial.
Si hace más de quince años nos hubieran explicado que algún día la accidentabilidad mortal en las carreteras españolas y catalanas estaría por debajo de Francia o Alemania, probablemente hubiésemos sonreído incrédulos. Un hito utópico para muchos es hoy una realidad. Si además nos hubiesen predicho que viviríamos permanentemente conectados gracias a los smartphones, posiblemente tampoco lo hubiésemos creído. Pero la realidad es que España ocupa un honroso quinto puesto –Cataluña, el sexto– en el ranking mundial de siniestralidad vial, solo por detrás de países líderes en seguridad vial como Reino Unido, Suecia, Dinamarca y Holanda. Y también es cierto que España es líder en Europa en el uso de los teléfonos inteligentes: representan un 81% sobre el total de los móviles. Luces y sombras de nuestro mundo.
Queda claro que en las últimas décadas ha habido una gran progresión en términos de accidentabilidad; con buenos resultados que se contabilizan en vidas salvadas, y todo en un tiempo récord. También queda patente que móvil y GPS son compañeros de viaje en todo momento para una gran mayoría. Cosa que ha contribuido a que las distracciones sean la primera causa de accidentes en Cataluña, dejando atrás a “sospechosos habituales” como la velocidad y el alcohol.
Peligrosa adicción al móvil
Un nuevo estudio del RACC –en 2008 ya presentó el informe Las distracciones, el riesgo no percibido– constata que distraerse por el uso de los smartphones ya no es patrimonio exclusivo de los conductores (un 26% admite que los utiliza circulando), sino que ahora también es propio de los peatones (un 47,2% lo usa mientras camina) y, con menor incidencia, del colectivo de motoristas (8,7%). Si en 2008 el problema principal eran las llamadas, en 2016 lo es enviar o leer mensajes de texto.
Para el RACC algunas soluciones serían potenciar el uso de aplicaciones que bloquean el teléfono si se conduce, o bien que los fabricantes de teléfonos incluyan el modo coche, igual que existe el modo avión, o añadir en los temarios de todas las autoescuelas el riesgo de la distracción.
Foto a los accidentes de tráfico
Los siniestros letales en las carreteras españolas tuvieron el punto álgido a mediados de los ochenta y en 1990, cuando murieron 5.940 personas. Tras importantes descensos, desde 2000 se produjo una caída en picado. Finalmente, una estabilización de la accidentabilidad a partir de 2010 y, sobre todo, desde 2013 (en 2015 han muerto 1.126 personas).
Ahora, con un paisaje de 31 millones de vehículos –una cifra que va al alza– y un aumento de los viajes de largo recorrido del 4%, se aprecia un estancamiento que amenaza por ser más que una tendencia puntual (en Cataluña se ha producido un repunte de la mortalidad interurbana del 25,7%). Unos datos que nos alejan del objetivo de la Unión Europea de reducción de la mortalidad en un 50% previsto entre 2010 y 2020.
La mayoría de los expertos coinciden en que hay que mantener todo lo que se ha hecho bien en seguridad vial durante estos años, como la promoción del uso del casco, cinturón y sillas infantiles; la implantación de los sistemas inteligentes de ayuda a la conducción; los controles de alcoholemia y drogas, y la política del carné por puntos. Pero también dejan claro que con esto no bastará para garantizar una reducción al mismo ritmo que hasta ahora.
Innovar, la clave
¿Y qué hacen suecos e ingleses para tener un nivel de riesgo un tercio inferior al nuestro? Un ejemplo para la reflexión: Suecia se propuso que en 2015 no hubiese ningún niño muerto de 0 a 3 años en la carretera, aplicaron políticas segmentadas por colectivos y lo consiguieron. El RACC también ha propuesto una medida con un efecto inmediato sobre la siniestralidad: el desvío de camiones desde carreteras convencionales a autopistas donde ambas transcurren paralelas. Si se llegara a aplicar, se podrían evitar hasta 80 muertos anuales y 215 heridos graves. Una pequeña gran victoria en la trágica estadística de vidas humanas perdidas.
Autora: Marta Bach