Las 7 diferencias entre conducir un coche eléctrico y uno tradicional
La irrupción del coche eléctrico en nuestro día a día ha comportado cambios con respecto a la conducción del coche tradicional. Novedades que no siempre conocemos o respetamos y que debemos tener muy en cuenta, para desarrollar todo el potencial del vehículo y evitarnos sorpresas desagradables, como quedarnos sin la carga necesaria para terminar un viaje.
Con anterioridad ya explicamos cómo cargar un coche eléctrico y cuánto cuesta cargarlo, y es por ello que ahora os dejamos siete consejos que difieren de la conducción tradicional de un vehículo de combustión:
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Planificación y recarga
A nadie se le escapa que en la conducción de un eléctrico, el estado de la batería es lo que nos marcará el futuro más inmediato. El hábitat natural de un coche eléctrico son los trayectos urbanos, aquellos en los que los eléctricos son más eficientes y prácticos, siendo en trayectos largos cuando más atención debemos poner a la carga de la batería.
Para ello debemos planificar la ruta, cargando al máximo las baterías, y teniendo en cuenta los puntos de recarga en el camino trazado, aprovechando las pausas para descansar y refrigerarnos para recargar el coche. Esto puede hacer que no siempre usemos la ruta más rápida y directa, y que necesitemos un mayor tiempo para llegar al destino, ya que, además, deberemos adaptar nuestra velocidad al recorrido para que el consumo sea el mínimo posible.
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Mecánica simple, menor mantenimiento
La mecánica de un eléctrico es de extrema sencillez comparada con la de uno de combustión, aunque eso no quiera decir que sean vehículos sencillos técnicamente. En primera instancia podremos decir adiós a las manchas de grasa, a los olores de los lubricantes y a los molestos ruidos.
El silencio es uno de los puntos fuertes de este tipo de mecánicas, pero cuidado, ya que debemos acostumbrarnos a ello para no dejarnos llevar por la velocidad —es muy fácil rebasar los límites por la falta de costumbre— e infringir las normas de circulación.
Al no disponer de la mayoría de los elementos de un coche tradicional, los eléctricos tienen un mantenimiento más simple, aunque las reparaciones suelen ser más técnicas y no están al abasto de los conocimientos mecánicos de cualquiera, ya que la mayoría de sus elementos suelen estar controlados de manera electrónica.
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Eficiencia energética
Si algo destaca en los eléctricos es la eficiencia energética respecto al resto, aunque además de una ventaja, esto puede llegar a ser un problema, puesto que el vehículo es movido por sus baterías y ellas alimentan todos y cada uno de sus dispositivos, como puede ser la climatización, uno de los principales elementos de consumo eléctrico. Una temperatura entre los 21-23 grados será suficiente para evitar grandes consumos.
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Caja automática
Hoy en día son mayoría los modelos que pueden equiparse con caja de cambio automática, por lo que estamos acostumbrados a ella. En el caso de los eléctricos, todos equipan esta tecnología, por lo que la combinación de la conducción eficiente y los modos de conducción será vital. La ausencia de la caja de cambios y del embrague nos ofrece una entrega instantánea de la potencia, por lo que conducir en modo ECO y evitar brusquedades —grandes acelerones o frenazos— alargarán la carga, así como evitar el consumo de multitud de periféricos conectados al vehículo.
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Aceleración y ruido
El par motor es una de las grandes revoluciones de los eléctricos. Al tener una entrega de par instantánea, casi cualquier eléctrico nos permite unas aceleraciones de vértigo, una situación que nos recuerda a cualquier coche de competición. Pese a ser una de sus fortalezas, debemos huir de ello, si queremos ser eficientes, y usarlo únicamente en los momentos en que se requiera una entrega máxima.
La ausencia de todo tipo de ruidos mecánicos y de tener que estar pendiente de otros elementos nos permitirá una mayor atención a la conducción y a la seguridad vial, ya que esto puede llegar a suponer un problema para otros usuarios de la vía, como peatones o ciclistas.
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Frenada regenerativa
En el caso de los eléctricos más modernos, al levantar el pie del acelerador se activa el sistema de recuperación de energía, lo que permite frenar el vehículo de manera similar a cuando apretamos levemente el freno en uno de combustión. Este sistema cuenta con los recursos necesarios para recuperar un porcentaje de la energía entregada y regenerarla para recargar parcialmente las baterías.
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Reparto de pesos
El mayor peso de un vehículo eléctrico obliga en su diseño a un mejor reparto de pesos en el producto final. Ello hace que, en líneas generales, el centro de gravedad sea más bajo, ganando en estabilidad y seguridad a la hora de trazar curvas.
El diseño desde cero de las plataformas de los nuevos coches eléctricos —a diferencia de los modelos adaptados— permite tener una mayor amplitud interior.