Ruta en coche de Lloret a Argentona. De la Costa Brava a la Costa del Maresme

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Por: RACC Blog

Una vez finalizada la última ruta en coche a Lloret de Mar, nos adentramos por la Costa del Maresme para acercarnos a la ciudad de Barcelona. Esta vez lo hacemos con un Audi Q2, el SUV más pequeño de la marca Audi.

¡En marcha!

Empezamos donde terminamos la ruta por la salvaje Costa Brava. Desde Lloret nos dirigimos a Blanes, el último gran pueblo de la Costa Brava, que la delimita por el sur. Blanes, con casi 40.000 habitantes, deja de ser la típica ciudad veraniega para pasar a ser una localidad con vida propia durante todo el año.

Blanes, localidad con vida todo el año

Lo primero que nos encontramos es uno de los dos parques botánicos de la localidad, el jardín de Marimurtra. Situado en un acantilado costero, ofrece unas de las mejores vistas del Mediterráneo. Con más de cuatro mil especies vegetales, la mayoría exóticas, Marimurtra fue fundado por el alemán Carl Faust (1874-1952), empresario establecido en Catalunya.

Ocho son las playas o calas de Blanes, en las que en verano podremos disfrutar de un baño refrescante.

Hacia Malgrat de Mar, ideal para los niños

De Blanes nos dirigimos hacia Malgrat de Mar, destino ideal para los que viajan con niños. Atrás queda la Costa Brava y entramos en la Costa del Maresme. Para dar un respiro a los peques, visitamos el parque de Francesc Macià, situado junto a la BV-6001.

Allí los niños y los no tan niños disfrutarán con las esculturas gigantes. Flores enormes, setas como las de los pitufos y una casa de chocolate nos adentrarán a mayores y pequeños en un mundo de fantasía, para disfrutar de un merecido ocio. También podemos visitar el parque del Castillo, con las mejores vistas panorámicas de esta ciudad de la comarca del Maresme.

La versatilidad de nuestro Audi Q2 nos permitirá aparcar en un reducido espacio. La mejor opción en las localidades costeras en verano es aparcar el vehículo alejado de la zona de costa, donde generalmente se encuentran zonas azules o verdes de pago.

En esta ciudad también disfrutaremos de grandes playas y de una población adaptada al turismo familiar, desde que en la década de los 60 empezó el boom del turismo. La iglesia de San Nicolás y el Ayuntamiento modernista son otras visitas ineludibles.

Seguimos en dirección a Calella de la Costa

De Malgrat seguimos en dirección sur hacia Calella de la Costa, rebautizada así para evitar confusiones con Calella de Palafrugell. Allí visitamos el Museo del Turismo, donde se explica la historia del turismo, desde una perspectiva mundial y desde los inicios de los grandes exploradores a la actualidad. Exposiciones temporales y tardes de verano musicales completarán la experiencia cultural.

El faro de 1859, electrificado en 1927, es uno de los puntos icónicos de la localidad, desde cuyo mirador podemos ver las playas de la villa costera. Muy cerca del faro encontramos Les Torretes, antiguas torres de telégrafo.

La plaza del Mercadal, actualmente plaza del Mercado, es uno de los puntos neurálgicos de la ciudad. Desde allí podemos llegar a la iglesia de Santa María y San Nicolás, una construcción del siglo XVIII erigida sobre el edificio original del siglo XVI.

En caso de querer ir a la playa, Calella también presenta una amplia oferta, con la playa de las Rocas –de pequeñas calas y más íntima–, la playa del Garbí y la playa Gran, ubicada al borde del paseo Manuel Puigverd, en el centro de la ciudad.

Canet de Mar, escenario de Juego de tronos

De Calella a Canet de Mar, localidad que se hizo famosa en los años 70 por el festival CanetRock, que se recuperó hace cinco años para volver al esplendor de la música pop-rock en catalán.

La huella modernista de Canet tiene su máximo esplendor en la casa museo del arquitecto Domènech i Montaner. Actualmente es un museo que une la Masía Rocosa (siglo XVII) y su casa personal, construida con su hijo Pere Domènech y Francisco Guardia, dos miembros destacados del modernismo, junto a Puig i Cadafalch. La casa familiar que remodeló Domènech i Montaner –el castillo de Santa Florentina– fue la localización escogida para rodar la sexta temporada de la serie televisiva Juego de tronos.

Caldes d’Estrac, también conocida como Caldetes

De Canet pasamos a Caldes d’Estrac, una villa termal en la que no se concentra tanto turismo masivo como en el resto de poblaciones.

Con una curiosa historia, Caldetes se convirtió en el siglo XIX y principios del XX en una de las villas preferidas por la burguesía catalana. Las aguas con propiedades –descubiertas por los romanos– y el Casino Colón hicieron que Caldes se comparara con la localidad francesa de Niza, lo que propició que se la apodara “la Niza catalana”.

Actualmente, las playas del municipio, principalmente la playa de los Tres Micos y la playa de la Kalima, atraen a la mayor parte de visitantes de esta villa antesala de Mataró.

Mataró, ciudad costera por excelencia

La antigua Iluro romana dio paso a la actual Mataró, capital de la comarca del Maresme y ciudad costera por excelencia. Aunque no es una gran ciudad turística, sus playas también son suficientes para pasar un buen rato en verano.

En el barrio del Pla d’en Boet aún se conservan los restos de la villa Torre Llauder, de fines del siglo I aC, uno de los principales atractivos de la población, junto con los restos de la muralla y los baños romanos.

Mataró pudo disfrutar en 1848 de la primera línea de tren de la Península Ibérica. Un trayecto de 29,1 km que unió Barcelona con Mataró, pasando por Sant Adrià del Besòs, Badalona y Premià de Mar.

El Museo de Mataró, el mercado antiguo y la Basílica de Santa María, en el centro histórico de la ciudad, son visita obligada.

Acabamos la ruta en Argentona, la ciudad del cántaro

Terminaremos nuestra ruta con una visita a Argentona, la ciudad del cántaro, una antigua villa burguesa de vacaciones que disfrutó de su máximo esplendor con el Modernismo. La casa Garí de Josep Puig i Cadafalch y su propia casa se suman a la del barón de Viver como máximos exponentes de este periodo.

El Museu del Càntir, dedicado a la cerámica y la alfarería del agua, fundado en 1975, recuerda todas las piezas típicas de la ciudad, desde la edad de bronce a la actualidad, pasando por el siglo XVII, en que, gracias a un “voto de pueblo”, santo Domingo –patrón de las aguas– protegió la población de la peste.

La Festa del Càntir se celebra el 4 de agosto. Desde 1951 y durante algunas épocas del año podemos disfrutar de exposiciones al aire libre con cántaros gigantes, diseñados por varios artistas.

Argentona es el punto final de esta ruta de casi 57 kilómetros. Hemos pasado de la Costa Brava a la Costa del Maresme, para acercarnos a la ciudad de Barcelona, de la que hablaremos ​​en próximas entregas de las rutas RACC.

La ruta en imágenes

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