RutaRACC: de Vic a Banyoles
Por: RACC Blog
Probamos el superventas de Ford, el nuevo Focus ST Line, por las carreteras de la capital de Osona hasta llegar a Banyoles, en una ruta sencilla y cultural.
Después de haber viajado de Ripoll a Beget y de haber conocido la zona centro-norte en dirección a Lleida, entre Manresa y El Miracle, empezamos un recorrido que nos permitirá disfrutar de una de las zonas de Cataluña con más arte, gastronomía y cultura de nuestra geografía. Para completar este trayecto usaremos el nuevo Ford Focus ST Line 1.5 Ecoblue diésel de 120 cv, un vehículo que nos sorprenderá en muchos aspectos, aún siendo un compacto.
Vic, la capital de la plana
Empezamos la ruta en Vic, en la comarca de Osona, ciudad enclavada en un punto estratégico que le permite ser una de las capitales de la Cataluña interior, equidistante de Barcelona y de Girona. Con casi 45.000 habitantes, la capital de la plana se ha consolidado a lo largo de los siglos como uno de los principales símbolos de la catalanidad.
En una ciudad con multitud de lugares para visitar, hemos escogido los principales y más representativos, como son la plaza Major, el templo romano, la catedral de Sant Pere y la caminata a orillas del río Méder, que enlazaremos mediante un paseo por el casco antiguo y la judería.
La plaza Major sigue siendo hoy en día uno de los puntos neurálgicos de la ciudad. De planta rectangular, es la mayor plaza de la villa y su centro nunca ha sido asfaltado ni adoquinado. A lo largo de los años en esta plaza se han llevado a cabo distintas actividades como espectáculos, carreras, conciertos o actividades animales, además del mercado de origen medieval. Es por todo ello que la tradición prevalece sobre la necesidad de asfaltar, para no perder uno de los rasgos más característicos de este enclave. Es aquí donde se hacen ferias tan tradicionales como el Mercat de Música Viva de Vic, que ya ha cumplido 31 ediciones.
Desde la plaza, bajamos caminando por la calle de los Argenters, donde nos topamos con la tienda ‘Antiga Vilanova’, datada del 1850, actualmente regentada por la cuarta generación de la familia que ha mantenido su aspecto decimonónico.
Siguiendo el paseo nos encontramos otra tienda de las típicas del centro, ‘Costa Llibreter’, un comercio con encanto que nos transportará por la historia de la literatura con sus libros amontonados y el olor a papel viejo.
Girando la esquina de la calle Sant Sadurní, llegamos a la plaza de la Pietat, donde se erige la iglesia del mismo nombre, al lado del templo romano.
El pórtico columnado del edificio, con un podio al que se accede por las escaleras, nos deja una fiel reproducción del siglo XIX de la construcción que se mantuvo oculta dentro del antiguo palacio de los Montcada y de la que sobrevivieron las paredes de la celda. Actualmente se usa para instalar exposiciones itinerantes.
Desde el templo, bajamos por la calle del Cloquer hasta el Museo Episcopal de Vic, en el que se puede visitar una gran colección de obras maestras de pintura y escultura del románico y el gótico catalán, además de colecciones de arqueología, orfebrería, tejidos, vidrio o cerámica, en un fondo integrado por más de 29.000 piezas.
Justo al lado encontramos la catedral de Sant Pere, con una mezcla de estilos que van desde el románico al neoclásico y que fue consagrada por primera vez en 1038, a pesar de que se tiene constancia de su existencia desde el año 516. El edificio actual es el que se construyó a fines del siglo XVIII y principios del XIX.
De la catedral pasamos al paseo por la ribera del río del Méder, donde nos espera el puente de Queralt, el más antiguo y notable de la ciudad, del siglo XI, construido frente al antiguo puente que seguía la vía romana hasta Barcelona. Aquí nos montaremos en nuestro Ford Focus ST Line para iniciar la ruta motorizada.
La Garrotxa y los volcanes
Al volante del Focus iniciaremos la marcha en dirección a Manlleu y saliendo de la ciudad enlazaremos con la C-17, para después hacerlo con la C-37 en dirección Olot. Por esta carretera nos adentraremos en el Parque Natural de la Zona Volcánica de la Garrotxa, una visita que dejaremos para otro día.
La zona es también muy conocida por sus embutidos. En Olot nos pararemos a visitar el núcleo histórico de esta población de 35.000 habitantes, al que podremos acceder desde el paseo del Escultor Miquel Blay y donde encontramos edificios modernistas, destacando el Casino. Más adelante nos encontraremos la iglesia de Sant Esteve y la zona del Eixample Malagrida, la mayor obra urbanística de la villa llevada a cabo a principios del siglo XX. En Olot también podemos visitar el Museo de los Volcanes y el Museo de la Garrotxa.
Las casas sobre la roca
Desde Olot y enlazando con la A-26 llegamos a Castellfollit de la Roca, el segundo municipio más pequeño de Cataluña y el más pequeño de la provincia de Girona, con menos de 1 km2 de superficie. El curioso emplazamiento de la villa, con casas al borde de un acantilado, es a consecuencia de la acción de la erosión de los ríos Fluviá y Toronell sobre los restos volcánicos. La gran piedra basáltica sobre la cual creció el pueblo fue la base para la creación de una cantera de basalto en funcionamiento desde 1929, la única activa de España. No podemos dejar de ver los miradores y el núcleo antiguo, así como la Veterans Collection, un museo dedicado a la guerra del Vietnam, una exposición particular única en Europa.
Desde el pueblo de la roca volvemos a nuestro Focus para dirigirnos hacia el tramo que nos llevará a Besalú, uno de los recintos medievales mejor conservados de Europa. Por la misma B-26 por dónde hemos llegado a Castellfollit, nos acercaremos hasta la villa del puente, una imagen con el que es imposible no asociarla.
El puente de los judíos
Besalú, de origen romano, pronto se convirtió en un casco urbano próspero, favorecida por el paso próximo de la Vía Annia, una vía secundaria ramificada de la Vía Augusta que conectaba el Empordà, la Garrotxa, el Ripollès y el Vallespir.
La autonomía conseguida por el territorio en el siglo IX –fue un condado independiente separado de Girona– permitió prosperidad durante la época medieval, lo que le confirió el aspecto del que podemos disfrutar hoy en día, que a pesar de no mantener el trazado original, permite la lectura de la urbanización de hace siglos.
La mirada más icónica a la villa es la del puente románico de siete arcos desiguales, que da la bienvenida a todo el que la quiera visitar.
No hay lago sin dragón
Por la C-66z y enlazando a la C-66, llegamos a Banyoles. Si la iconografía nos dejaba el puente en Besalú, Banyoles está estrechamente relacionada con el lago. La capital del Pla de l’Estany, de casi 20.000 habitantes, disfruta del estanque más grande de Cataluña, con leyenda y dragón incluidos.
Con buen tiempo, las actividades que permite el lago son inacabables, pero lejos de la época de calor, las barcas de remos, los kayak, la pesca deportiva y el atletismo son posibilidades para disfrutar del estanque.
Alejándonos del lago, el Museo Darder, el poblado neolítico de la Draga y el monasterio de Sant Esteve son otras actividades culturales interesantes.
Junto a las aguas del estanque –en las que no hemos conseguido ver al dragón– ponemos punto final a esta ruta de 83 km con salida desde Vic, durante la que hemos podido visitar un cambiante paisaje desde la plana de Vic, pasando por la zona volcánica de la Garrotxa y bajando hasta el principio del litoral gerundense, con el nuevo Ford Focus ST.