Un año sin peajes
Este mes de septiembre se ha celebrado un año de la liberación de los peajes de las principales autopistas catalanas. Si bien esta medida ha contribuido a reducir la siniestralidad en el conjunto de la red vial y el gasto económico de sus usuarios, las autopistas han sufrido un fuerte aumento de los accidentes de tráfico y las congestiones han sido habituales los días laborables y muchos fines de semana de verano.
El levantamiento de las barreras ha comportado un trasvase del tráfico: hoy las autopistas concentran una parte considerable de los vehículos que antes circulaban por las carreteras secundarias. En la AP-7 el tráfico ha aumentado un 40% este último año, mientras que en la AP-2 se ha duplicado. Es un incremento de los vehículos privados, pero también de camiones, que han intensificado su presencia en la AP-7 hasta un 80%.
La consecuencia más grave ha sido el aumento de las víctimas mortales en el conjunto de las autopistas liberadas (AP-2, AP-7, C-32 y C-33), que casi se han duplicado. En gran medida es el resultado del incremento de vehículos en las autopistas y, en particular, de los camiones, implicados en muchos de los accidentes. Aparte, este aumento del tráfico ha desencadenado también más congestión en las autopistas, que han llegado a saturarse muchos fines de semana de verano.
La Generalitat ha impulsado medidas para hacer frente a esta situación, como el despliegue de carriles adicionales o la limitación de circulación y adelantamientos de los camiones en determinados tramos y días, dos propuestas que pedía el RACC. Pero, sin duda, quien más ha contribuido a ello han sido los usuarios, con un cambio de hábitos que ha permitido descongestionar las vías durante las operaciones de salida y retorno. Más saturación, sobre todo en días laborables. Ahora bien, la saturación de las autopistas no se limita a los festivos, sino que se agrava todavía más durante los días laborables.
Para resolver este problema diario se necesitan más inversiones en transporte público (especialmente en Rodalies) y en infraestructuras alternativas en las vías más saturadas (como la B-40), además de apostar por el transporte ferroviario de mercancías para reducir la presencia de vehículos pesados en las autopistas. En definitiva, el colapso de las autopistas es el resultado de la falta de previsión de la Administración a la hora de definir un nuevo modelo de gestión de los peajes.
Es urgente desplegar un sistema de financiación de la red vial equitativa en todo el Estado, que se base en el pago por uso y en el principio de “quien contamina paga”. Además, esta recaudación tiene que ser finalista y debe destinarse a mantener y mejorar las vías para garantizar la fluidez del tráfico y, lo que es más importante, la seguridad de todo el mundo.
Medidas necesarias
A corto plazo
- Mantener medidas como la habilitación de carriles adicionales temporales o las limitaciones de circulación y adelantamientos de los camiones cuando hay más tráfico.
- Mejorar la información sobre rutas alternativas para que los usuarios las conozcan.
- Reforzar los dispositivos de seguridad de los Mossos d’Esquadra para actuar en caso de incidencia.
- Revisar modelos de gestión dinámica del tráfico de otros territorios.
A largo plazo
- Priorizar las inversiones en transporte público.
- Incentivar el uso del transporte público mediante una integración tarifaria global.
- Acelerar la finalización de infraestructuras paradas, como la B-40, que pueden ser alternativas a la AP-7.
- Apostar por el transporte ferroviario de mercancías.
- Potenciar más empleo de los vehículos y promover la flexibilidad horaria y el teletrabajo.
- Definir un nuevo modelo de financiación que se aplique en las mismas condiciones en todo el Estado y se destine a mantener las carreteras.
Por Amanda Ramon para Revista RACC