La movilidad urbana y la salud de las personas
La calidad del sistema sanitario de Cataluña posiciona cada vez más a Barcelona como referente internacional en la atención y la investigación médica. Hablamos con el doctor Bonaventura Clotet, Director del IrsiCaixa y Jefe de la Unidad de Enfermedades Infecciosas del Hospital Germans Trias de Badalona, y con el doctor Antoni Trilla, médico del Servicio de Medicina Preventiva del Clínic y Decano de la Facultad de Medicina de la UB, sobre la relación entre la movilidad y la salud de las personas y sobre la manera en la que la movilidad puede contribuir a impulsar la actividad de la ciudad vinculada a la atención médica y a la investigación científica.
Desde una visión médica, ¿cómo ayuda a prevenir enfermedades la movilidad activa, ir a pie o en bicicleta?
Bonaventura Clotet (BC): Ayuda a evitar enfermedades de muchos tipos, pero básicamente reduce el riesgo cardiovascular. Mejora el metabolismo, aumenta los receptores de insulina y ayuda a controlar los niveles de azúcar y el colesterol malo. Por eso me preocupa el uso de los patinetes eléctricos, porque reducen mucho la movilidad física de las personas jóvenes, y tenemos un porcentaje de obesidad infantil y juvenil muy elevado.
Antoni Trilla (AT): Andar, hacer ejercicio y correr, siempre con supervisión médica, son hábitos de vida sana y ayudan a envejecer de manera saludable. Coincido con la idea de que tendencias como los patinetes eléctricos representan todo lo contrario. Si los jóvenes no se mueven de manera activa, con el tiempo tendrán más riesgo de sufrir sobrepeso.
Con los niveles de contaminación que tenemos, ¿hacer ejercicio al aire libre o ir en bicicleta son prácticas saludables?
AT: Una ciudad nunca será el Pirineo. Quien quiera aire puro deberá ir más lejos. Otra cosa es que la ciudad intente mejorar la calidad del aire, y, en eso, entidades como el RACC tenéis mucho que decir… Es evidente que en una situación de mucha contaminación no es bueno hacer ejercicio, como tampoco lo es con un calor extremo… Pero en la ciudad se pueden encontrar espacios adecuados, como por ejemplo junto al litoral, donde es más saludable hacer ejercicio.
A menudo oímos hablar de las muertes que provoca la contaminación y no siempre se matiza que son muertes prematuras. ¿Cómo tenemos que entender este concepto?
AT: Son estimaciones y, como tales, después se deberían confrontar con el patrón real para comprobar si se han cumplido. Atribuir las muertes a la contaminación como factor único es difícil. Como factor contribuyente es más factible. Es como la gripe. En muchos casos, lo que hace la gripe es dar un empuje fatal, agravar dolencias que ya existían.
BC: Claro está que la contaminación, los metales, lo que inhalamos… todo puede tener un impacto cardiovascular. Sin embargo, si la persona realiza ejercicio, sigue una dieta mediterránea con aceite de oliva y anda cada día, las variables de riesgo mejoran mucho, y eso contribuye a contrarrestar el balance desfavorable que puede suponer la exposición a la contaminación. Pero esto se debería analizar con calma.
AT: También es cierto que los baremos de la contaminación como riesgo para la salud dependen de quién los establece. La OMS es muy estricta y, en cambio, la UE admite niveles máximos de contaminación más elevados. En Barcelona incumplimos casi todos los baremos de la OMS. En cambio, con los niveles de la UE, no estamos mal del todo.
La movilidad urbana está cambiando mucho y Barcelona es un buen ejemplo de ello. ¿Qué les llama la atención de esta nueva movilidad?
AT: Yo, a simple vista, lo que veo es que la gran mayoría de coches que entran en Barcelona y salen solo llevan a una persona… El sistema de transporte público se podría mejorar y ofrecer una alternativa para esta gente: aparcar en un lugar y continuar en bus eléctrico, por ejemplo.
BC: A mí, los carriles bici. La gente está acostumbrada, cuando cruza una calle, a mirar solo hacia el sentido de donde vienen los coches, pero ahora hay carriles
bici de doble sentido por donde circulan bicicletas y patinetes. Pasa en otras ciudades, como Ámsterdam, donde te vienen las bicicletas por todas partes. Es cuestión de acostumbrarse y aquí no estamos habituados a ello. Yo siempre vigilo mucho y, aun así, ya me he llevado algún susto. Y me parece un riesgo sobre todo para las personas mayores.
AT: Hay ciclistas que no quieren parar nunca, y si encuentran un semáforo rojo, se lo saltan. Veo patinetes que circulan a una velocidad excesiva y por donde quieren. Otro tema: los vehículos de reparto. Paran donde pueden, en cualquier lugar, y con eso el tráfico se ralentiza, la gente se estresa… Se deberían
buscar alternativas, como disminuir la entrega en la puerta de casa y fomentar la recogida de los paquetes en un punto próximo.
Barcelona está en obras, con Superilles en construcción y un cambio de modelo que cada vez más dificulta el tráfico rodado. ¿Creen que se ha consultado con el sector médico si eso puede suponer un problema, por ejemplo, en caso de emergencias o en la circulación de ambulancias?
AT: Imagino que sí; en caso contrario, sería un error grave. Y supongo que también lo han consultado con los bomberos, porque las ambulancias todavía pueden encontrar la manera de llegar, pero los bomberos… No se puede apagar un fuego desde la otra esquina. Las Superilles están construidas a base de opiniones, pero no tenemos la certeza de que, una vez hechas, aporten mejoras a todos. De momento, hay gente que se queja y gente que no.
BC: Se debía cuidar mejor la ciudad y facilitar un entorno agradable a la gente que vive en ella y que la visita. Quizás se acaba consiguiendo con las Superilles, pero tengo mis dudas. Los comercios afectados dicen que antes llegaba la gente en coche y ahora no. Creo que pensando en el comercio debería haber una actitud más tolerante.
Barcelona es una ciudad que vive mucho del turismo. ¿Hay un turismo de salud, gente que viene a seguir un tratamiento médico?
BC: Tenemos un sistema sanitario bastante maltratado últimamente, pero con un nivel profesional altísimo. El Hospital Clínic y Can Ruti son buenos ejemplos de ello. Y eso atrae turismo sanitario. He tenido enfermos que vienen de lugares muy lejanos, personas que tienen un nivel adquisitivo alto y que se desplazan allí donde creen que pueden recibir un mejor tratamiento. Creo que se debería cuidar mucho más esta sanidad de excelencia.
AT: Tenemos un sistema sanitario público maltratado crónicamente con unos profesionales muy bien preparados. Y un sistema sanitario privado en Cataluña que en algunos casos tiene un nivel muy bueno. Si se desarrollara un buen programa de atracción, que ya existe, de clientes privados para enfermedades “difíciles” de tratar y que requieren especialistas, Barcelona podría ser un gran destino sanitario. La sanidad o la salud entendida globalmente es un activo de Barcelona y se debe desarrollar más.
En este contexto de Barcelona como referente médico, ¿qué papel pueden jugar grandes infraestructuras como el aeropuerto?
AT: Teniendo en cuenta el objetivo de que el planeta aguante, hay desplazamientos y distancias en los que el avión es claramente innecesario, y otros en los que es imprescindible. Respetando al máximo todo lo que haga falta, si no tenemos una buena conexión internacional, siempre seremos plato de segunda elección.
BC: Un aeropuerto que fuera un hub favorecería convertir Barcelona en un polo de atracción. Sin querer exterminar ninguna especie animal, todo lo contrario, los políticos deberían encontrar una solución. Y un punto a favor de Barcelona es que, desde aquí, en una hora y media, llegas a todas partes.
AT: A todas partes, excepto a Valencia. Esto del corredor mediterráneo es vergonzoso, el desperdicio de una infraestructura que nos ayudaría mucho a conectar África con Europa.
Doctor Trilla, usted trabaja en el Clínic, un equipamiento que se ampliará a los terrenos que ahora ocupan las instalaciones deportivas de la UB, al lado de la sede central del RACC. ¿Cómo valora el traslado?
AT: No había ninguna otra opción. Quedarnos en el emplazamiento actual era imposible, porque no cabemos. En el centro de Barcelona no hay ningún solar de 300.000 metros cuadrados, pero la UB, que forma parte del Clínic, tiene este espacio, donde podemos construir un hospital, una facultad y un centro de investigación, con un acuerdo político firmado.
¿Cómo puede afectar la nueva ubicación del Clínic a la movilidad de los profesionales y de los pacientes?
AT: Si queremos que el Clínic sea la nueva apuesta “olímpica” de Barcelona, debemos estudiar a fondo qué implica. Y eso significa que, si es necesario, el metro o el tranvía se tendrán que alargar o desviar. La entrada de la Diagonal se tiene que comunicar mejor. Posibilidades hay, si la alcaldía de Barcelona continúa
con buena predisposición y se pone de acuerdo con Esplugues, L’Hospitalet y los municipios de los alrededores, que tienen mucho que decir al respecto.
BC: Será muy importante garantizar la movilidad… Lo digo porque trabajo en el Germans Trias, en Can Ruti, en Badalona, que es un gran hospital, pero tiene muy mala accesibilidad. En transporte público solo se llega en autobús y desde Barcelona se puede tardar más de una hora. El enfermo necesita facilidades. Si se tiene que construir un metro y una parada que se llame Can Ruti, que se haga.
AT: Trabajé un año en un hospital en los Estados Unidos en una región agrícola, donde todo el mundo vivía lejos, y el hospital tenía un sistema de autobuses que recogía a los enfermos en las granjas y los llevaba a las diálisis, las visitas… como el autobús escolar. Y yo, que iba en coche, lo tenía que dejar en un parking que estaba situado a unos cuantos kilómetros y un bus me llevaba hasta la puerta del hospital. Y tampoco pasaba nada.
BC: Hay que tener en cuenta que la ciudad crecerá mucho con respecto a la investigación con el nuevo CaixaBank Research Institute ante el CosmoCaixa y con el
centro de investigación biomédica que impulsa la Pompeu Fabra en la Ciutadella. Para Barcelona será una revolución. Lo que generará de conocimiento, de patentes, de empresas y de todo puede ser brutal. Y eso pide adecuar el aeropuerto, garantizar los desplazamientos y conseguir una ciudad que, como mínimo, sea limpia y segura.
AT: Estoy de acuerdo. Barcelona debe ser una ciudad amable donde la gente encuentre oportunidades de trabajo, investigación… Tiene un clima espectacular y una tradición muy tolerante. Científicos y gente que realiza investigación vienen aquí por eso y están encantados. Tengo grabada en la cabeza una imagen reciente: un chico con una plancha de surf que estaba cogiendo el bus en Horta para ir a la Barceloneta, ¡como si estuviéramos en California! Tenemos mucho potencial como ciudad, pero hay que garantizar unos mínimos de calidad.
Ustedes han vivido muy de cerca la pandemia. Como sociedad, ¿hemos aprendido algo?
AT: Muchas cosas, y algunas, con dolor. Ha sido una época muy complicada para los enfermos, para sus familias, para los profesionales que se han encontrado en una situación límite. Hemos superado la pandemia gracias a la ciencia y las vacunas, pero el sistema de salud pública ha aguantado por un pelo, y por eso hay que reforzarlo, por si nos encontramos en el futuro en una situación similar. Hemos aprendido que, si la gente de todo el mundo trabaja coordinadamente y se ponen recursos, se encuentran soluciones. Y que en este país, cuando se presenta una situación complicada, la gente se comporta de una manera excelente, solidaria.
BC: La pandemia nos ha enseñado que se debe invertir mucho más en investigación humana y en salud animal, porque muchas epidemias recientes, como la SARS, la MERS y la gripe aviar, tienen origen animal. Con la covid se han mejorado discretamente las aportaciones a la investigación; sin embargo, como ya
hemos salvado el cuello, parece que ahora nadie mira más allá de cuatro años vista ni piensa en la manera en que se pueden ayudar a las generaciones futuras a tener una sanidad y unas vacunas que las protejan de nuevas enfermedades que pueden llegar.
Movilidad urbana y envejecimiento de la población: queda mucho por mejorar
¿Cómo valoran la movilidad de las personas mayores en un entorno urbano como Barcelona? ¿Está preparada la ciudad?
AT: A medida que crezca el envejecimiento de la población, y esperemos un envejecimiento saludable, habrá más gente de edad avanzada, pero activa, con ganas de moverse. Aunque un transporte público bueno y bien adaptado sería una opción, lo ideal, por temas de salud, sería que esta gente, en distancias cortas de tres o cuatro kilómetros, fuera andando, y creo que la ciudad no está preparada para ello: las aceras son una carrera de obstáculos y los pavimentos son resbaladizos
en muchos lugares; he visto más de una caída.
BC: Diré lo mismo con otras palabras. Con la edad, las personas tienen que tener una actividad física adecuada, porque en caso contrario pierden musculatura y tienen más propensión a caer y a hacerse daño cuando caen. La ciudad no está preparada para que las personas mayores anden, como tampoco lo está, me parece obvio, para moverse con una silla de ruedas. Las calles se tendrían que adaptar a las personas mayores; un tropiezo con una fractura de fémur como consecuencia puede ser una gran amenaza para envejecer con dignidad.
Maria Josep Coral para Revista RACC