Estrés y ansiedad: aprende a diferenciarlos

Estás cansado, te acuestas, pero tu cabeza sigue dándole vueltas a una situación concreta. Por la mañana, te levantas con prisas, crees que llegas tarde. Y durante el día las preocupaciones comienzan a acumularse. ¿Te resulta familiar esta situación? A veces, esa sensación de sobrecarga es estrés, y otras, ansiedad.
Muchas veces utilizamos estos dos términos como sinónimos, pero no son exactamente lo mismo. Saber diferenciarlos no solo te ayudará a saber qué te está pasando, también te servirá para saber cómo gestionarlos y sentirte mejor.
¿Qué es el estrés?
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define el estrés como “un estado de preocupación o tensión mental generado por una situación difícil”. Todas las personas sufrimos estrés en mayor o menor medida, ya que es una respuesta natural a las amenazas y a otros estímulos a los que estamos sometidos. En pequeñas dosis nos mantiene activos y enfocados, pero el problema viene cuando el estrés se vuelve constante, ya que puede causar problemas físicos y mentales. Entre las señales que nos indican que estamos sufriendo estrés están:
- Sensación de presión o agobio.
- Tensión muscular.
- Problemas para dormir.
- Alteraciones en el apetito.
- Cambios de humor.
- Dificultad para concentrarse.
El estrés suele desaparecer cuando el problema o la situación que lo provoca se resuelve. Pero ¿qué pasa cuando esa sensación de inquietud se mantiene? En este caso, la salud mental puede resquebrajarse y provocar ansiedad o depresión.
Es importante recalcar que estos síntomas pueden variar para cada persona. Por eso es importante saber identificar qué sentimos para ver cómo poder rebajar el nivel de estrés.
La OMS ha puesto al servicio de todo el mundo un manual de prácticas diarias que ayudan a gestionar el estrés. Además, también pueden contribuir a reducirlo:
- Practicar ejercicio, ya que libera tensión y mejora el estado de ánimo.
- Socializar y expresar las preocupaciones que nos atormentan.
- Tener una buena alimentación.
- Seguir rutinas y dormir bien, ya que el sueño repara, relaja y revitaliza el organismo.
¿Qué es la ansiedad?
La ansiedad, a diferencia del estrés, no siempre tiene un desencadenante claro. Es una sensación de inquietud constante, como si la mente estuviera en alerta permanente sin saber exactamente por qué. Según la Educación para la Salud de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI), esta produce un deterioro del funcionamiento psicosocial y fisiológico.
Existen varios tipos de trastornos de ansiedad, entre los más comunes están:
- Trastorno de ansiedad generalizada (TAG): preocupación excesiva sobre temas comunes, como son la salud, la familia, el trabajo o el dinero. Este desasosiego debe ser constante durante al menos seis meses para catalogarse como TAG.
- Trastorno de pánico: las personas sufren ataques de pánico repentinos sin que haya un peligro aparente.
- Fobias específicas: miedo a volar, a los animales, a estar en sociedad…
Más allá de los distintos tipos de trastornos de ansiedad, hay algunos síntomas que son comunes a todos ellos: pensamientos difíciles de controlar, cambios de comportamiento o síntomas físicos (dolores, mareos, falta de aire o latidos rápidos).
Si una persona sufre de ansiedad, debe buscar ayuda profesional para reconocer y cambiar sus emociones. Este profesional determinará si es necesario que tome medicación. También ayuda asistir a talleres de manejo del estrés o realizar actividades relajantes.
El estrés y la ansiedad están en nuestro día a día, pero la clave está en reconocer lo que nos está pasando y buscar formas de gestionarlo antes de que nos sobrepase. El bienestar es lo más importante.
Con el seguro de salud del RACC, accederás a especialistas y a más de 44.000 servicios médicos y de bienestar.