4 viajes de película
Por: RACC Blog
Actualizado el 17/04/2014
Todos nos hemos quedado prendados alguna vez por la belleza de un lugar después de ver una película ambientada en uno de sus paisajes. ¿Tienes previsto hacer alguna escapada? Aprovecha para acercarte a cuatro destinos cinematográficos muy sugerentes.
París, mon amour
La ciudad de la luz siempre ha sido un bellísimo decorado: La Tour Eiffel, el Sena, los parques y jardines y los pequeños cafés que nos salen al encuentro en cualquier esquina de la ciudad han inspirado a lo largo del tiempo a poetas y artistas, así lo plasman filmes como Moulin Rouge o La vida en rosa. Destino eterno de los enamorados, favorecida por su bella arquitectura modernista y el ambiente bohemio de Montmartre, París también ha sido el escenario ideal de filmes como Amélie o Paris je t’aime. Pero además es un lugar con ricas pinacotecas (Museo d’Orsay y el Louvre) y mucha historia, que nos traslada a la época de El Jorobado de Notre Dame,y a su pasado medieval, con monumentos como la Catedral de Notre Dame o la Sainte Chapelle, o al periodo de María Antonieta y la toma de la Bastilla.
Notre Dame a orillas del río Sena (París). Foto: Jeanne Menjoulet & Cie
Vivir la pasión turca
Estambul, conocida también por otros dos históricos nombres -Bizancio y Constantinopla-, nos adentra a un mundo fascinante y nos recuerda el ambiente de la película La pasión turca. La historia de esta ciudad te atrapa nada más entrar a la espectacular mezquita de Santa Sofía, antes catedral, del siglo VI. Enfrente se sitúa la Mezquita Azul, del s. XVII, otro de los iconos de la ciudad. Capital de varios imperios, Estambul posee otras muchas joyas artísticas como el palacio de Topkapi, residencia de sultanes, las iglesias decoradas con mosaicos bizantinos, visibles en San Salvador de Chora o Santa Irene, y curiosidades como la Cisterna Basílica, reserva de agua del s.VI. Disfrutar de la excelente comida del país y de un estimulante masaje turco en uno de sus muchos hammam (el de Cemberlitas o el de Cagaloglu son algunos de más famosos) pueden ser el mejor complemento para tu escapada más evocadora.
La Mezquita Azul de Estambul. Foto: javier.losa
Florencia, la città dell’Arte
Si existe una localidad en el mundo que puede presumir de provocar el Síndrome de Stendhal es, precisamente, Florencia. La capital toscana es la ciudad del arte por excelencia, y sus calles te ofrecen la posibilidad de dejarte llevar por este mal. Descubre los elegantes mármoles de las fachadas del Duomo, sube las escaleras del Campanile de Giotto desde donde podrás observar toda la ciudad y el campo toscano que la rodea, cuyas tonalidades te recordarán a los del filme Bajo el sol de la Toscana o Una habitación con vistas. Piérdete durante horas por los pasillos repletos de obras de arte en la Galería de los Uffizi, uno de los museos más reputados del mundo, descubre el David de Miguel Ángel en La Academia y espera el atardecer contemplando el Arno desde el Ponte Vecchio o disfrutando de una copa de vino Chianti de la Toscana. Recuerda, estás con el síndrome…
El Ponte Vecchio sobre el río Arno (Florencia). Foto: R.Melero
New York, New York
No hay rincón de Nueva York que no haya aparecido en alguna película. Sus calles nos resultan sorprendentemente familiares. En muchos filmes hemos paseado por el Central Park, pulmón de la urbe, y visitado el Metropolitan Museum of Art o el Museo de Ciencias Naturales. Desde cualquier punto de la ciudad podemos admirar la famosa silueta de los rascacielos de Manhattan, el edificio Chrysler o el Empire State, desde donde King Kong intentaba capturar a las avionetas que le acechaban. La plaza de Times Square, la estación Grand Central Terminal -con sus famosas taquillas y escalinatas- o el puente de Brooklyn son por sí mismos escenarios clásicos de la filmografía americana. Y series como Sexo en Nueva York se han encargado de descubrirnos la cara más fashion, dinámica y divertida de esta ciudad. Acércate a cualquiera de los míticos locales nocturnos de jazz en el Greenwich Village o disfruta de un musical en Broadway, para comprobar por ti mismo de que esta metrópolis nunca duerme.
El puente de Brooklyn y el skyline de Nueva York. Foto:Thomas Bonte
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