Existen rincones del mundo que aguardan pacientemente a que los descubramos. Si tienes alma de aventurero y eres de los que piensan que los viajes nos hacen crecer como personas no debes perderte la oportunidad de contemplar algunas maravillas que nos ofrece nuestro planeta. Son destinos que deberías visitar al menos una vez en tu vida.

El Púlpito (Noruega): El ‘Preikestolen’ en noruego o ‘Púlpito’ en castellano es uno de los miradores más famosos y visitados de este país escandinavo. Hasta llegar a él hay una subida de cuatro kilómetros, pero el esfuerzo merece la pena. A sus pies y hasta donde nos da la vista podemos ver la belleza de los fiordos noruegos.  Otros puntos de interés que tampoco deben faltar en esta ruta es la cascada Vøringsfossen y La roca de la Lengua del Troll (Trolltunga).

Foto: sigkyrre

Jerash o Gerasa (Jordania): Aunque la ciudad de Petra le resta protagonismo, lo cierto es que Jerash está considerada una de las ciudades romanas mejor conservadas del mundo. Su estratégico enclave comercial la convirtió en una ciudad rica en la época romana y hoy aún podemos ver un majestuoso arco de triunfo, grandes avenidas con fuentes,  varios templos, un magnífico teatro y un gran foro, que recuerda al de San Pedro del Vaticano.

Machu Picchu (Perú): La ciudad secreta de los incas, su refugio inaccesible en medio de la selva… Quien alcanza la cima para perderse por esta joya inca puede entender por qué no fue descubierta hasta principios del siglo XX y a la vez se maravillará tanto por la belleza del lugar, como por la inexplicable pericia de los arquitectos incas para construirla.

Foto: dmerino13

Serengueti (Kenia): El paraíso en la tierra, esa es la sensación que tienes cuando recorres el Parque Nacional del Serengueti  y ves pasear a las jirafas por la sabana, te encuentras con una familia de elefantes comiendo o a una manada de leonas cuidando de sus crías… ¡a tan solo tres metros de ti! Sin duda es el mejor espéctaculo natural y animal del mundo que podrás disfrutar.

Guilín (China): Las tierras del interior de China protegen tesoros paisajísticos únicos, entre ellos, las caprichosas colinas de Guilín recubiertas de una espesa vegetación y que se reproducen a lo largo del recorrido del río Li. El sosiego que se respira en este entorno rural sembrado de arrozales no tiene nada que ver con la vida frenética que caracteriza a las grandes urbes chinas.

Foto: Josep Gtez Torné

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