Vive las mejores experiencias gastronómicas en tus escapadas
Por: RACC Blog
¿Te gusta disfrutar de la buena mesa, descubrir aromas, sabores y texturas nuevos? Si has respondido a todo que sí, existen mil y un países en Europa donde vivir una gran experiencia gastronómica con sus platos más tradicionales.
Suiza, el país del queso. El queso protagoniza muchos de los platos que se toman en Suiza, pues producen hasta 450 quesos distintos, entre ellos algunos tan conocidos como el Emmental, el Appenzeller, el Gruyère o el Tête de moine. La cocina helvética recoge influencias de sus vecinos, Alemania, Francia y el Norte de Italia, y ofrece platos variados y contundentes para afrontar el frío. Ya sea en uno de los magníficos restaurantes panorámicos donde disfrutar de las cumbres nevadas como en las acogedoras casas de madera de los pequeños pueblos de montaña, nadie puede irse de Suiza sin haber compartido una fondue de queso, carne o de chocolate, o una raclette, a base de queso fundido y carne a la parrilla frente a una hoguera de leña.
Raclette de carne y hortalizas, con palas
para fundir el queso. Foto de Chezshai.
Estofado de carne, en Irlanda. La tierra irlandesa no es muy fértil, pues bajo esos extensos prados verdes, alberga un subsuelo pobre y pedregoso. Sin embargo, los irlandeses han sabido aprovechar al máximo lo poco que su tierra les ofrece: excelentes patatas, una carne tierna y jugosa y una cebada muy aromática para elaborar la famosa cerveza Guinness o su emblemático whisky Jameson. En todos los pubs y a precios económicos puedes degustar generosos platos de carne asada, en hamburguesa o su famoso estofado Irish Stew, a base de carne de cordero, patatas y hortalizas, y todo ambientado con música folk en vivo. La diversión, que empieza temprano, está asegurada.
Típico menú irlandés, con Irish Stew
y cerveza irlandesa. Foto de Daspunkt.
Grecia, cuna de la cocina más saludable. Materia prima de primera calidad y platos sencillos que te permiten apreciar todos los sabores propios de la cocina mediterránea es lo que encontramos durante nuestra estancia en cualquiera de las islas griegas. Las aceitunas, el yogur, el pepino, el tomate y el aceite de oliva que componen la ensalada griega o el pescado y el marisco frescos componen los alimentos más frescos y naturales que Grecia ofrece. Pero también podemos descubrir recetas más elaboradas como los dolmades rellenos (hojas de parra rellenas de arroz o carne), la spanakopita (pastel de espinacas y queso feta), el saganaki (queso frito) o el gyros, carne asada salseada con tzatziki (salsa de yogur) y acompañada con pan de pita. En cualquier isla, en invierno o verano, encontrarás una taberna abierta donde saborear todas estas exquisiteces que amenizarán cualquier visita cultural.
Delicioso Gyros, con salsa tzatziki y con
pan de pita. Foto de Jeffreyw.
La paprika es la estrella en Hungría. En el corazón de Europa la cocina se realza con pimentón en todas sus versiones, desde la más suave a la más picante. El gulash, un delicioso estofado de carne con cebolla, patata y paprika proporciona la energía suficiente para afrontar los rigores del invierno de la Europa Central. En Budapest por ejemplo puedes disfrutar de un suculento menú magiar tras haber estado en uno de los numerosísimos balnearios que se reparten por la ciudad y con precios populares. Además en algunos restaurantes se ofrecen actuaciones en directo de virtuosos del violín, pues el pueblo húngaro es un gran amante de la música, especialmente de la clásica.
Gulash o estofado de carne con paprika.
Foto de James.
¿Quién puede resistirse a una tarta Sacher? La cocina austríaca se asemeja a la de su vecina, Alemania, donde predominan las famosas salchichas, la col y la Kartoffelsalat o ensalada de patata, además de la exquisita tarta Strudel de manzana. Sin embargo, la gastronomía austríaca nos ofrece también deliciosas sopas, como la de tomate, la de cebolla y la Frittantensuppe, un caldo de carne al que se le añade tiras de tortilla. La guinda a estos platos tan poco ligeros como irresistibles la pone la deliciosa tarta Sacher que podemos degustar en algunos de los cafés de la ciudad, entre ellos el del Hotel- Cafetería Sacher, en el centro de Viena, donde se creó, a finales del siglo XIX, este emblemático postre de chocolate y mermelada, que se acompaña siempre con nata y un vaso de agua.
Tarta sacher tal y como la sirven en el hotel
que la inventó en 1876. Foto de Carlos Jiménez Ruiz.
Recobrar la energía con los platos araneses. Y no hace falta irse muy lejos de casa disfrutar de la mejor mesa de invierno. En el Valle de Arán no hay nada más reconstituyente después de una jornada de esquí en Baqueira Beret que tomar una contundente Olla aranesa, una sopa compuesta de todo tipo de carnes, alubias, arroz, fideos y hasta huevo y pan; un confit de pato o un nutritivo Civet de senglar, un estofado de carne de jabalí regada con vino tinto y chocolate negro. Eso sí conviene no irse a dormir de inmediato pues la digestión tampoco es rápida.
La Olla aranesa es un gran plato único.
Foto de juancandela225
Existen otros muchos destinos tanto o más apreciados que los hemos citado anteriormente desde el punto de vista gastronómico, como nuestras vecinas Italia, Portugal o Francia, por eso anímate a romper tu letargo invernal organizando una escapada para disfrutar de uno de los grandes placeres de la vida: comer bien. Elijas el destino que elijas, viaja con el RACC: céntrate en disfrutar y olvídate de problemas.